miércoles, 26 de julio de 2017

"Gulag. Historia de los campos de concentración soviéticos" de Anne Applebaum

Título: Gulag
Autor: Anne Applebaum
Editorial: Debate
Págs.: 672
Temas: Ensayo, No Ficción
Formato: Electrónico

Sinopsis:
Una extensa y detallada historia del origen y el desarrollo de los Gulags soviéticos y su herencia hasta la actualidad.

El Gulag aparece en la conciencia de occidente en 1977 con la publicación de la obra de Aleksandr Solzhenitsin Archipiélago Gulag. A partir de nuevos estudios, memorias publicadas tras la caída de la URSS y algunos archivos hasta ahora secretos, Anne Applebaum realiza una reconstrucción histórica del origen y la evolución de los campos de concentración soviéticos que devuelve este infausto e inolvidable episodio al centro de la tormentosa historia del convulso siglo XX. Con detalle y precisión asistimos a la vida cotidiana en el campo: las automutilaciones para evitar los trabajos forzados, las bodas entre prisioneros, la vida de las mujeres y los niños, las rebeliones y los intentos de fuga.

El libro, documentado y riguroso, sostiene que el Gulag nació no solo por la necesidad de aislar a los elementos que el Partido Comunista consideraba enemigos, sino para conseguir, al mismo tiempo, una masa de trabajadores-esclavos que trabajara a cambio de comida en inmensos proyectos como el canal del mar Blanco o las minas de Kolimá. Tras la descripción del horror organizado por el régimen soviético, el libro narra cómo Gorbachov, cuya familia se vio directamente afectada por esta política represiva, decidió terminar con este régimen carcelario liberando a la ciudadanía de uno de los más perversos y crueles sistemas represivos que el mundo ha conocido.

Mi impresión:
En la introducción del libro, Anne Applebaum comenta sobre el Gulag con una referencia al débil impacto del pasado soviético en el mundo occidental. Para ilustrar este comentario, la autora apuntaba a que muchos de los que nunca portarían un objeto con la esvástica nazi podían, en cambio, comprar alegremente artículos del Ejército Rojo y otros souvenirs de la era soviética, demostrando un casi nulo conocimiento de las atrocidades perpetradas bajo el signo del imperio comunista.

Hacia el año 2003 (fecha en que se publica "Gulag") no había muchos libros que denunciaran o contasen lo que sucedía en la URSS. La literatura era escasa y ni hablar de libros en español. Uno de los primeros libros publicados sobre el tema fue Archipiélago Gulag en el año 1973, libro que ocupa un lugar de honor entre los hitos mayores de los géneros testimonial y denunciatorio. Sin embargo, si queremos un conocimiento más acabado de la opresión en la URSS, la lectura del trabajo de Anne Applebaum (ganadora del premio Pulitzer) nos ordena un caudal importantísimo de información provenientes de muchas fuentes (archivos, memorias y entrevistas), dándonos a los lectores una visión invaluable y estremecedora.

La historia del Gulag podría decirse que tiene sus antecedentes en las épocas zaristas con las llamadas “katorgas” que instauró Pedro el Grande: el envió de prisioneros a lugares inhóspitos para realizar trabajos forzados en beneficio del imperio. Este sistema formó parte del sistema judicial ruso hasta 1918, en donde Lenin y Trotsky toman la idea para internar a los enemigos de la revolución, dejando en manos de la Cheká (primera policía política del régimen) dicha tarea. En el año 1919 había en toda Rusia 21 campos de concentración, un año después había 107. En el papel, el objetivo de los campos era la reeducación ideológica, pero en la práctica, el trabajo forzado estaba orientado al sostenimiento financiero de los propios campos.

El año 1923 fue decisivo en lo que a partir de 1930 se conocería como Gulag (el acrónimo en ruso para Dirección General de Campos de Trabajo). Aquel año se fundó el primer asentamiento en las islas de Solovkí en el Mar Blanco, de lo que sería el inicio de una red permanente de campos de concentración. Solovkí hizo de campo de pruebas de los métodos de la OGPU (el organismo que había sucedido a la Cheká). Lo que también se descubrió fue que los campos no eran rentables, por lo que los pocos prisioneros exentos del duro trabajo que se imponía a la mayoría, fueron también catalogados como trabajadores forzados. En adelante se universalizó la regla de “tanto trabajas, tanto comes”, donde la más baja recibía las raciones más miserables.

De los campos de concentración como colonias de trabajo se pasó a los campos como proveedores de mano de obra desechable, como la utilizada en proyectos como el del canal del Mar Blanco (1931-1933), cuya construcción actualizó el concepto de esclavitud en la era moderna. Miles y miles de prisioneros fueron forzados a trabajar en las peores condiciones lo que generó una mortandad altísima. En esta época, el Gulag se expandió a Siberia, donde comenzó la nefasta leyenda de Kolimá. Las muertes dejaron de ser accidentales e incluso se volvieron masivas. Los zeks (el nombre vulgar de los prisioneros) perdieron toda consideración como seres humanos: no eran más que alimañas a las que se debía exterminar.

La Segunda Guerra Mundial trajo otras consecuencias: muchos reclusos fueron enviados al frente dentro de batallones de castigo al tiempo que ingresaban otros acusados de derrotismo y traición. En medio de la guerra, mantener a los reclusos de los campos fue una de las ultimas prioridades del régimen. Nunca hubo tantos muertos como entre los años 1942 y 1943. Entre las nuevas víctimas se contaban habitantes de las zonas recién sovietizadas y otros provenían de etnias minoritarias cuyo destino era la deportación.

Con el fallecimiento de Stalin (marzo de 1953), el sistema se derrumba ya que era tan grande que era inviable económicamente, produciéndose la disolución formal del Gulag, con la liberación multitudinaria de prisioneros y el cierre de los campos más grandes, aunque el sistema no desapareció del todo y se volvió más selectivo. Tras la caída de Jrushov y su reemplazo por Brezhnev, una nueva generación de presos políticos nutrió lo que quedaba y así fue hasta la víspera del derrumbe de la URSS. En la década del 60 cobró fuerza el método de tratar a ciertos disidentes como enfermos mentales, encerrándolos en hospitales siquiátricos y sometiéndolos a procedimientos obsoletos y dolorosos.

Además de todo esto, los presos políticos enfrentaban un problema que atravesó toda la historia de la represión en la URSS: su cohabitación en los campos con los delincuentes comunes, en especial con los denominados “ladrones honorables” (el hampa rusa, capaces de resistir incluso a la persecución estalinista). Su brutalidad aterraba a los presos políticos. Sólo después de 1945 pudieron éstos quebrantar la hegemonía de los delincuentes profesionales, ya que los presos “políticos” eran de un nuevo tipo: ex soldados del Ejército Rojo y antiguos partisanos, hombres endurecidos por la guerra, capaces de organizarse y de enfrentar a los hampones. A fines de los 40 y comienzos de los 50 los campos se convirtieron en escenario de una lucha cruel y constante entre presos políticos y hampones, hasta que el régimen decidió separarlos en diferentes lugares, aunque esto no se logró por completo.

Anne Applebaum combina de una forma increíble el rigor histórico con la agilidad del periodismo, desarrollando la historia del Gulag desde sus inicios hasta la época de Gorbachov (quien desempolvó infinidad de documentos sobre los campos) así como también la descripción de sus aspectos cruciales (los arrestos, el transporte y la selección de los prisioneros, la vida en los campos,  el régimen de premios y castigos, los intentos de fuga, la suerte de mujeres y niños, los celadores, estrategias de supervivencia, etc.). Está muy bien escrito con un lenguaje es fluído. Al final, se puede consultar la bibliografía que es inmensa. 

Este libro no es una novela, pero es tan claro y ameno para contar este tema que se lee como tal: querés seguir y seguir hasta terminar. Excelente documento histórico.

Consejo: IM PER DI BLE. 

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