Título original: First into Nagasaki
Autor: George Weller
Editorial: Crítica
Colección: Memoria Crítica
Págs.: 397
Temas: No Ficción, Crónicas, Segunda Guerra Mundial
Formato: Impreso
Sinopsis:
George Weller, que
ganó el premio Pulitzer en 1943, fue el primer observador que, disfrazado como
coronel norteamericano, pudo entrar en Nagasaki y documentar los efectos de la
bomba atómica. De allí marchó a los campos de prisioneros aliados, donde
seguían los guardianes japoneses y los presos ignoraban que la guerra había
acabado, para recoger los testimonios de su explotación y de sus sufrimientos.
El general MacArthur, que no deseaba que nada de esto se conociese, destruyó
las crónicas de Weller, que falleció en 2002, convencido de que estaban
perdidas. A su muerte, sin embargo, su hijo encontró en un cajón las copias en
papel carbón de las crónicas prohibidas, así como un impresionante relato de
los viajes de los prisioneros en los “buques del infierno” japoneses, que
aparece aquí por primera vez en su integridad. “Este es un libro importante”,
ha dicho Walter Cronkite, “hay mucho en él que nunca supimos” y que conviene
recordar en estos tiempos de una guerra nueva.
Mi opinión:
George Weller
(1907-2002) fue un escritor y periodista estadounidense para los diarios The
New York Times y Chicago Daily News. En 1943, le otorgaron el premio
Pulitzer como corresponsal de guerra por narrar una operación de apéndice en un
submarino norteamericano mientras navegaba en aguas enemigas. Este libro se
divide en dos partes: su visita a Nagasaki y su paso por los campos japoneses
de prisioneros de guerra.
Es testigo de la
rendición de Japón y, en ese momento, toma la decisión de ir a Nagasaki. Logra escaparse
de la vigilancia militar y, el 6 de septiembre, se convierte en el primer hombre
occidental que ingresa a la ciudad de Nagasaki disfrazado de coronel
norteamericano. Recoge testimonios entre los médicos y sobrevivientes y toma
fotos del lugar (publicadas en el libro) donde cayó la bomba y de los restos de
la ciudad.
El autor llegó a
Nagasaki en septiembre de 1945 a pocas semanas de la caída de la bomba atómica
para relevar los efectos de esta sobre el lugar y como vivía Japón dicha circunstancia. Debemos
recordar que el teatro de guerra del Pacífico estaba en manos del Gral.
MacArthur y todo lo que escribía el periodismo pasaba por una junta de censores
de las fuerzas armadas. No era simple y sencillo ser corresponsal de guerra.
Weller abandona la
ciudad y se dirige a los campos japoneses de prisioneros de guerra, a casi setenta
kilómetros al norte de donde se hallaba. La mayoría de los prisioneros eran
norteamericanos, australianos, holandeses e ingleses que no sabían que la
guerra había finalizado, aunque muchos guardias habían huido.
Esta parte del
libro recoge las crónicas de los sobrevivientes a estos campos, enfermos y débiles
tras haber sido sometidos a años de tortura y hambre. Los campos de prisioneros
japoneses es un tema que se ha omitido en las crónicas de la Segunda Guerra
Mundial. No hay ninguna documentación oficial como se ha realizado como con los
campos nazis. Al leer estos partes de Weller con testimonios directos de los prisioneros, no se puede creer el salvajismo de los japoneses tanto o más que los alemanes.
El Gral. MacArthur destruyó las crónicas y el autor pensó que también había perdido las copias de las mismas que habia realizado con papel carbón. Weller falleció en el año 2002 en su casa en Italia. Años más tarde, su hijo encontró las copias y el resultado es este libro que estamos comentando.
Consejo: Es una crónica imperdible sobre la Segunda Guerra Mundial. Recomendado.
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