domingo, 21 de mayo de 2017

Lo que hay que tener (Elegidos para la gloria) de Tom Wolfe

Título: Lo que hay que tener (Elegidos para la gloria)
Título original: The Right Stuff
Autor: Tom Wolfe
Editorial: Anagrama
Págs.: 360
Temas: No Ficción, Narrativa
Formato: Electrónico


 Sinopsis:
Un libro apasionante en el que Tom Wolfe investiga qué pasó realmente en la carrera espacial y quiénes eran realmente sus más directos protagonistas: los astronautas. Los astronautas procedían del mundo de los pilotos de pruebas, un mundo que fomentaba imágenes míticas, muy distintas a las del pasivo robot que deseaban los técnicos y burócratas del Programa Mercury. El piloto de pruebas, el capitán total de su nave, era el que tenía, por antonomasia, lo que hay que tener; no sólo valor, sino también una mezcla de destreza, orgullo y lacónico humor, bajo las más terribles y continuas presiones. Su simbolismo era aún el del vaquero fanfarrón. Pero en la maquinaria del mundo futuro, en el cerebro multiforme de la Máquina, no hay sitio ya para el vaquero fanfarrón: el ideal es el autómata. Y a la condición de autómatas y de conejillos de Indias quieren reducir a los bravos vaqueros. Este libro nos narra su lucha por conservar la dignidad humana. 

Mi impresión:
Llegué a este libro por casualidad. Me interesa muchísimo la historia espacial y me encontré con este título de Tom Wolfe. No había leído nada escrito por él, así que arranqué con el mismo para ver "que onda" como dicen los adolescentes y, al terminar, debo decir que me pareció excepcional.

Por lo que leí en internet, este tal vez sea el libro más importante del autor, en el cual nos ofrece el resultado de seis años de investigaciones para contarnos  como comenzó y en que consistió la carrera espacial en Estados Unidos. A Wolfe le llevo años buscar entre los archivos de la NASA, de las revistas Life y Time entre otros para entender que pretendía el gobierno estadounidense con ese gran programa espacial: ganarle una guerra de propagandas a la URSS, la cual venía obteniendo éxitos rotundos en forma implacable: Sputnik, la perra Laika, Yuri Gagarin entre otros que solo remarcaban los desastres iniciales de la recién creada NASA ("los nuestros siempre explotan").  

En cuanto a los futuros astronautas, al principio se iba a pedir voluntarios en general bajo determinadas características (peso, altura), pero tal fue el desorden en la NASA que el presidente Einsehower terminó ordenando que busquen entre los pilotos de pruebas, pero la NASA no quería pilotos ya que el cohete no requiere un conductor, sino un autómata que no hable, no se queje y se memorice los códigos de colores y aprete comandos al igual que un mono. 

Y donde hay pilotos de pruebas? En la Base Aérea Edwards (anteriormente, Base Muroc), lugar en el medio de la nada misma donde acudían y acuden los mejores pilotos de pruebas del país para probar los nuevos aviones de combate entre borracheras, fanfarronadas y viriles desafíos aéreos. O sea, lo que hay que tener: destreza, valor, orgullo y un poco de humor bajo las peores condiciones. 

Uno de los protagonistas del libro es Chuck Yeager, mito de la aviación ya que fue la primera persona que superó la velocidad del sonido y héroe de la guerra al derribar a cinco aviones alemanes en el mismo día, el cual no estará entre los siete elegidos (Glenn, Schirra, Cooper, Grissom, Shepard, Slayton y Carpenter) porque no había terminado sus estudios de bachillerato. De más está decir que para ser seleccionado había que pasar por incontables y desagrables pruebas (para el proyecto Mercury) las cuales cambiarían para los proyectos Géminis y Apolo.

Como veníamos comentando, la NASA quería reducir a estos ejemplares de testosterona a simples conejillos de indias. Y no, no iba a ser así. Este libro nos cuenta la lucha de estos astronautas por conservar su dignidad y nos habla de esta maquinaria publicitaria-informativa que era el programa espacial para transformar a los astronautas en héroes, armando imágenes y convirtiendo a los seres humanos en simples piezas de ajedrez.

Todo esto y mucho más nos cuenta Tom Wolfe con un claridad pasmosa y un estilo ágil y muy irónico (que es lo que hay que tener).

Consejo: IM PER DI BLE.

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