Me invitaron a formar parte de Blogueros en su Tinto, a lo cual acepté
gustosa y, siguiendo la movida que están promocionando
#ElVinoEnVinotecas, me pidieron si podía realizar una nota sobre una
vinoteca conocida por mí en la zona en donde vivo. Acepté sin dudar ya que tenía el lugar
indicado. No hacía falta más que ir a compartir una copa con el dueño y charlar
un rato. Y tomar notas por supuesto.
Ombú de la Esperanza es un local
que abrió en la zona de Acassuso (a media cuadra de la estación de tren del
ferrocarril Tigre-Retiro) el día 5 de marzo de este año. Están recién llegados
al barrio donde era necesario poner un local de dicho rubro a mi modo de ver.
Están los supermercados, pero nunca es lo mismo que ir a una vinoteca.
¿Cuál es la misión? le pregunto a
Exequiel, el dueño. Fue muy claro: “Brindar vinos para ser disfrutados por
cualquier persona, tanto para alguien que prueba por primera vez como para un
experto o consumidor educador, que la gente pueda encontrar sabores nobles y
así salir de los códigos existentes”, eso en otras palabras también significa
“salvar a la gente de las bebidas gaseosas” y “no todo es Mendoza”. Y es cierto:
hay mucha calidad y precio en otras zonas de nuestro país, como por ejemplo
Patagonia y el NOA. A veces los consumidores nos quedamos con lo que nos venden
en los supermercados, encasillados en las grandes etiquetas y en zonas
determinadas. Es cómodo, pero quedamos ahí, “encerrados” en esa oferta
“limitada”. La idea de Exequiel es cambiar eso, ofreciéndoles a los clientes
variedades de otros lugares, conectarlos con el paisaje regional, las ediciones
limitadas, las historias, dar asesoramiento personalizado y resolver maridajes,
charlas con dueños de bodegas, dar catas guiadas por la sommelier María Inés
Amato (http://sommamato.com/)
y mucho más. En fin, todo lo que debe ser una vinoteca.
El local está bien abastecido con
vinos nacionales y algunos importados, cervezas tipo belgas de gran sabor,
chacinados y quesos de campo. Estos últimos no tienen TACC, detalle no menor.
Además de tener una selección de vinos interesante, Exequiel está en todos los
detalles a partir de la compra, fijándose que los vinos a comprar no estén en
lugares inadecuados para su almacenamiento. Si se da la oportunidad, trae los
vinos directamente de la bodega para garantizar la calidad de los mismos
sumando miles de kilómetros de anécdotas y encuentros. A su vez, en el local,
los vinos están ubicados sobre el lado frio de las paredes e iluminación total
de LED, así se evita darle una evolución que sea adversa a la natural del vino.
Y por si esto fuese poco, vende
aceites de oliva y aderezos. Entre los primeros se encuentra “Colinas de
Garzón”, bastante difícil de conseguir y reconocido como el mejor aceite de oliva
virgen extra del Nuevo Mundo.
La idea es sorprender a los
clientes y debo ratificar que lo logra: trayendo vinos de pequeñas bodegas o
poco conocidos, haciendo diversas actividades relacionadas con el vino, entre
otras. El mismo comenta: “Hay que tener variedad y calidad y para eso hay que
estar renovándose en forma permanente porque vale seguir probando y disfrutando
la originalidad”.
María Ines, Exequiel y yo. |
3 comentarios:
MF, bienvenida a Blogueros en su Tinto! Linda nota, no soy de la zona pero seguramente más de uno la anotará! Saludos!
Buena nota Maria Fernanda, bienvenida a Blogueros en su Tinto. Saludos! Diego.
Se ve muy linda la vinoteca y se nota el esfuerzo de comunicación en las redes que hace Exequiel, a quien tuve el gusto de conocer en una feria reciente.
Muy buena la nota.
Abrazo
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